Terapia existencial y sus características

La terapia existencial es una propuesta de acompañamiento fundamentada en la filosofía de la corriente existencial fenomenológica. Su carácter es exploratorio y su propósito es generar una búsqueda para comprender con mayor amplitud el significado de la existencia, ponderar sus posibilidades y nuestra forma de relacionarnos con ellas (Martínez, 2012). Esto la aparta de proyectos como cambiar la conducta o el pensamiento, aprender, mejorar, curarse o sanar. Su énfasis es el encuentro entre el consultante y el terapeuta, la profundidad y honestidad en la que se relacionan e investigan juntos. Es un encuentro de carácter dialógico e indagatorio con posibilidades transformadoras.
La terapia existencial se enfoca en la descripción de la experiencia del consultante y su forma de interpretar el mundo. Sigue un cuestionamiento filosófico que propicia la investigación profunda y sitúa en primer lugar la experiencia del encuentro terapéutico y sus particularidades. Cada encuentro se analiza considerándolo un reflejo de la forma en que nos construimos a nosotros mismos y con los otros más allá del ámbito de la relación terapéutica.
Este enfoque terapéutico se aleja de la necesidad de clasificar la experiencia, controlar los actos y los pensamientos, los impulsos y el comportamiento. Debido a nestra “necesidad de ser algo”, una categoría psicológica nos proporciona la certidumbre de lo que somos: adictos, neuróticos, trastornados, parafílicos, obsesivos, suicidas o cualquier otra cosa. Pero esto genera una dinámica en la que optamos por convertimos en aquello que nos nombra y aquello que nos nombra nos convierte en, precisamente, lo nombrado. Esto nos induce a dejar de existir como fenómenos en sí y asigna características, patrones y formas de interpretación a nuestro ser. Nos volvemos dependientes de una categoría que nos da dirección y conducta, reduciendo así nuestra capacidad de asombro al aumentar los patrones de certidumbre. La conducta y el pensamiento se convierten en estándares normativos y nos sitúan en espectros comportamentales; a unos, entre los “normales”, y a otros, los que nos desviamos de la norma, entre los trastornados, “anormales”, desviados. Pero lo que nos hace seres humanos es nuestra complejidad, lo único, lo carente de categorías.
La terapia existencial se separa de las prácticas psicoterapéuticas al alejarse de las categorías normativas y más bien atender nuestra unicidad como seres humanos. En otras palabras, su propuesta es atender la forma en que se manifiesta nuestra existencia en sí y no a través de los marcos interpretativos de lo normal y lo anormal. Con esto pretende abordar lo singular de cada uno de nosotros y nuestros contextos, evitando la tendencia a comprendernos como objetos categóricos en lugar de seres en movimiento.
La terapia existencial se acerca a nosotros desde aquello que nos hace únicos, nuestra forma particular de ser-en-el-mundo y co-construirnos con otros. Se acerca desde la incertidumbre para acompañarnos a sostenernos en ella. Trabaja con nosotros no como con enfermos, sino con personas iguales en esperanza, dolor y sufrimiento, que sólo deseamos ser atendidas en nuestra forma de construir el mundo y la vida, en el análisis de lo que nos produce incomodidad, para descubrir la posibilidad de transformarnos en el contexto de un encuentro profundo y honesto (Martínez, 2012). Se trata de ver la existencia en sí y encontrar nuestro lugar en el mundo.
Fenomenología y método fenomenológico

Uno de los pilares de la terapia existencial es la fenomenología. La fenomenología es una corriente filosófica fundada por Edmund Husserl, cuya propuesta es abordar la experiencia tal como aparece en nuestra conciencia. La palabra fenómeno quiere decir “apariencia”, es decir, lo que aparece ante nosotros como lo percibimos, en oposición a lo que la cosa es en sí. Se trata de un intento por describir cómo los fenómenos aparecen de manera particular ante cada uno de nosotros.
Uno de los conceptos fundamentales en la fenomenología es la intencionalidad. La intencionalidad es nuestra conciencia perpetua de algo. Dicho de otro modo, es la forma en que la conciencia en todo momento dirige su atención a un objeto. La fenomenología propone explorar la experiencia de cómo ese objeto se presenta a la conciencia; además, tomando en cuenta nuestras relaciones intersubjetivas y los elementos de nuestro contexto.
Percibimos a través de un acto consciente o intencional; es decir, nuestra conciencia se dirige al objeto que percibimos. En fenomenología, al objeto de la conciencia se le conoce como fenómeno. Un fenómeno es aquello que aparece ante nuestra conciencia y que percibimos. La intencionalidad es la relación recíproca entre nosotros y el objeto y sucede por la interacción entre noema y noesis. El noema es el fenómeno experiencial, el “qué”, el objeto de nuestra conciencia; y la noesis es la manera en que el fenómeno es percibido por nosotros, el “cómo” reportamos el fenómeno a nuestra conciencia.
Para aproximarse a la “cosa en sí” es necesario estar conscientes de nuestra propia actitud natural. Esta actitud natural es nuestro modo básico de experienciar el mundo, es la operación automática de nuestros supuestos al momento de interpretar la experiencia de lo que percibimos. Está constituida por creencias, aprendizajes, supuestos, teorías, conocimientos e interpretaciones, todo lo que se da por hecho y deja de constituir un objeto de análisis y reflexión en la interpretación personal de las cosas.
Para aproximarse a un fenómeno desde el método fenomenológico se realiza la epoché. La epoché es el acto de poner a un lado la actitud natural. Para lograrlo existen dos propuestas; la primera argumenta que la epoché sí es posible y por lo tanto podemos alcanzar una forma novedosa de ver las cosas, como si fuéramos completamente otras personas. La segunda posición argumenta que sólo es posible el intento de conseguir la epoché de la actitud natural, es decir, sólo podemos estar conscientes de nuestra forma de ver el mundo. Con esta consciencia somos capaces de lograr más apertura a la interpretación de la experiencia y la forma que tenemos de vivirla.
La siguiente etapa es la reducción fenomenológica. Ésta se lleva a cabo mediante tres procedimientos: descripción, horizontalización y verificación. La descripción consiste en relatar todos y cada uno de los detalles de la experiencia, hasta tener una imagen completa de lo vivido. La horizontalización es tratar cada elemento de la experiencia como si tuviera el mismo valor, con lo cual se evita descartar prematuramente cada detalle con posibilidades de ser descrito. Por último, la verificación es corroborar nuestras propias jerarquías con las del relato de la experiencia para asegurarnos que tengan sentido.
Este método busca replicarse en la terapia existencial. El terapeuta practica la epoché de su propia actitud natural y ayuda al consultante a describir de manera detallada su experiencia. De este modo surgen a la conciencia los marcos referenciales con los que se interpreta el mundo y facilita un diálogo en que el terapeuta anima al consultante al uso de la epoché para examinar su experiencia desde otros puntos de vista.
Filosofía existencial y sus representantes

La filosofía existencial es una corriente filosófica que busca comprender lo que significa la existencia. Sus precursores son los filósofos Soren Kierkegaard y Friedrich Nietzsche, y alcanza su máximo desarrollo a partir de las reflexiones de Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre. El existencialismo como propuesta filosófica implica una acción en el mundo, una forma de vivir, un involucramiento sentido y reflexivo, conciencia y aceptación propia como seres finitos y profundamente humanos.
Soren Kierkegaard reflexionó sobre las implicaciones de la libertad. La libertad como capacidad de actuar por voluntad propia nos produce angustia cuando nos damos cuenta de que, para elegir, necesitamos abandonar las posibilidades y dar un salto de fe. La terapia existencial reflexiona sobre estas posibilidades y las implicaciones de su elección o abandono.
Kierkegaard describió tres estadios por los que pasa el alma del hombre: el estético, el ético y el religioso. El estadio estético es vivir atendiendo sólo las necesidades del cuerpo y los deseos, disfrutando lo que da el mundo; el ético es apegarse a las normas sociales, anteponiéndolas a los propios deseos, y el religioso es elegirse a sí mismo dando lo que él llama el salto de fe. Esto nos ayuda a analizar lo que valoramos de la existencia y cómo nos llevamos con nuestra manera de vivir el mundo.
Por otro lado, Kierkegaard enfatizó la subjetividad en oposición a la objetividad. La objetividad nos asigna normas que dictan cómo debemos vivir, mientras que la subjetividad es darle su lugar a la vida interior del ser humano y lo que cada uno elige creer y hacer. Esto es de gran importancia en la fenomenología y en concreto en la terapia existencial, puesto que retoma nuestra experiencia particular como una forma válida de existir y comprender un significado.
Otro precursor de la filosofía existencial fue Friedrich Nietzsche, quien criticó la moral establecida. Su frase “Dios ha muerto” se refiere a la falta de referencias dogmáticas para crear significado y cómo a partir de esta consideración se convierte en labor del ser humano crear sus propios significados. Nosotros tenemos la capacidad de crear nuestros propios valores y trascender los dogmas, elegir lo dionisiaco en oposición a lo apolíneo. Esto quiere decir que podemos elegir nuestra propia humanidad por sobre aquello divino que la rechaza.
Un pensamiento proveniente de Nietzsche usado en la terapia existencial es el amor fati. Esto se refiere a la actitud de amar y aceptar todo lo que sucede en la vida, tanto lo bueno como lo malo. Si al final de nuestros días se nos propusiera volver a vivir la vida con sus luces y sinsabores, sin cambiar nada y nosotros aceptamos, el amor al destino propio es manifiesto y nuestra vida es plena. Pero si nuestra actitud es de rechazo, pesar, arrepentimiento, querer borrar y mejorar, entonces el cambio es algo que necesitaríamos considerar inmediatamente.
La filosofía de Martin Heidegger planteó la tarea de examinar lo que existe. Heidegger, a diferencia de Husserl, pensaba que no era posible poner entre paréntesis la actitud natural a través de la epoché. En su lugar, lo que nos corresponde, más allá de la sola descripción del fenómeno, es interpretar nuestra existencia, tomando en cuenta nuestra historia, cultura y lenguaje. Consideraba que interpretamos el significado de las cosas siempre en relación con un contexto.
Heidegger diferenciaba entre lo ontológico y lo óntico. Lo ontológico se refiere a la existencia en general, al hecho de existir, y lo óntico se refiere a las particularidades de los seres humanos. Él llama al ser humano Dasein, un término que quiere decir, ser-ahí y que se le conoce también como ser-en-el-mundo. El Dasein está circunscrito a unas características conocidas como existenciarios, que son formas generales en las que se da la existencia humana. Entre estos se encuentran los siguientes:
- Temporalidad: experiencia del transcurso del tiempo.
- Facticidad: circunscripción a determinados factores contextuales o hechos de la existencia.
- Temperamento: experiencia pre-reflexiva de lo que acontece.
- Ser-para-la-muerte: experiencia sobre el significado del término de todas las posibilidades.
- Cuidado: participación comprometida en la existencia, interactuando con cosas y seres.
- Autenticidad: reconocimiento de nuestra situación de seres-en-el-mundo sujetos a la existencia.
- Ser-con: experiencia de ser con otros en el mundo.
- Discurso: forma de hacer inteligible nuestra existencia a través del lenguaje.
Otro de los filósofos existencialistas sobre los que se basa la práctica de la terapia existencial es Jean-Paul Sartre. Dos de las principales reflexiones de este filósofo fueron sobre la existencia y la libertad. Cuando Sartre afirma que la existencia precede la esencia quiere decir que el ser humano no tiene una esencia predeterminada; más bien, primero existe y luego se define a través de sus acciones. Nosotros no nacemos con un propósito fijo, sino que lo vamos construyendo con nuestras elecciones.
Sartre también menciona cómo estamos condenados a la libertad. Como no hay una esencia dada, somos libres para decidir quiénes somos. Sin embargo, esta libertad es absoluta y se constituye en una carga, ya que implica total responsabilidad sobre nuestras decisiones, sin poder excusarnos en el destino o la naturaleza humana.
En la terapia existencial se explora la experiencia desde estas perspectivas. Cada uno de estos conceptos nos sirven como fundamento para acercarnos a nuestra forma de ver y vivir el mundo. De este modo se fortalece nuestra conciencia de ser-en-el-mundo y puede ayudarnos a tomar decisiones, dirigir nuestros actos y, en general, dar sentido a lo que vivimos.
Hermenéutica e interpretación de la experiencia

En la terapia existencial nos acercamos tanto a la experiencia como a su interpretación mediante la hermenéutica. La hermenéutica es la práctica de la interpretación. Sus orígenes van desde la interpretación de los sueños y los oráculos. Los estoicos y los neoplatónicos practicaban la alegoresis, un método de interpretación que pretendía evidenciar las exegesis falsas o incorrectas de la obra homérica y buscaba encontrar el significado más profundo. Fue hasta más tarde que se introdujo el término hermenéutica, cuyo objetivo era distinguir el significado verdadero o falso de un texto.
De acuerdo con Heidegger, nosotros como ser-en-el-mundo nos revelamos a través de nuestro discurso, pues el lenguaje es la forma en la que logramos comprender la vida y resto del mundo. Mediante el análisis de nuestro discurso es posible acercarse al significado del Ser. El discurso que relatamos sobre nuestra experiencia es el medio de encontrar significado a la existencia, y empleamos la hermenéutica para acercarnos a este significado.
Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur son dos filósofos que de manera particular aportan a la práctica de la terapia existencial reflexiones sobre la hermenéutica. Gadamer compartía con Heidegger la idea de que la comprensión se adquiere a través del lenguaje, pues como seres humanos somos creadores de sentido y expresamos nuestras interpretaciones mediante el uso del lenguaje. Este filósofo argumentaba que nuestra comprensión se sitúa en un contexto arraigado en la tradición y los prejuicios y limitado a ciertos horizontes interpretativos, es decir, focos de lectura para interpretar fenómenos, que podían fusionarse con otros horizontes para alcanzar consensos y entendimiento mutuo.
En la terapia existencial, el terapeuta se encarga de estar atento a estos horizontes interpretativos que influyen en la forma de ver la experiencia. Pone sobre diálogo los prejuicios y las tradiciones que limitan nuestra visión a una interpretación en particular y amplía de este modo nuestra forma de ver y entender de una manera distinta.
Por otro lado, Ricoeur integró la hermenéutica con la fenomenología, explorando cómo los símbolos, el lenguaje y los textos generan múltiples interpretaciones. Este filósofo hizo la distinción entre discurso y lenguaje; el discurso lo comprendía como la forma del habla y el lenguaje como el sistema de signos que emplea. También distinguió entre discurso hablado y discurso escrito: el texto es un discurso fijado mediante la escritura. Pero para Ricoeur, toda acción humana es un texto: se fija en un tiempo, da cuenta del que lo produce, se refiere a un mundo y se dirige a otro ser. Su propuesta es analizar la experiencia vivida como un texto, posibilitando así el uso de la hermenéutica para interpretarla.
Su aplicación en la terapia existencial consiste en el análisis hermenéutico de la experiencia del consultante y el contraste de horizontes entre su forma de interpretar y otras posibilidades interpretativas. Al traer a diálogo la perspectiva del consultante y otros modos de ver el mundo amplía la forma de interpretar actos que de otro modo estarían limitados únicamente a nuestros marcos referenciales.
Escuela Mexicana de Terapia Existencial y su propuesta para explorar la experiencia

La Escuela Mexicana de Terapia Existencial es un movimiento de reflexión, estudio y difusión sobre la práctica de este tipo de acompañamiento. Además de profundizar en los fundamentos filosóficos tratados en este blog, propone diversas formas de acercarse a la exploración de la experiencia. Su postura se centra en llevar a cabo encuentros terapéuticos de involucramiento pleno, potencialmente transformadores, en los que se amplíen las perspectivas, únicos y centrados en la descripción y abiertos al asombro de la existencia (Martínez, 2018).
La Escuela Mexicana de Terapia Existencial provee al terapeuta con diversas formas de acercarse a explorar la experiencia del consultante y su forma de interpretar el mundo. Le otorga también fundamentos referenciales en los que base su práctica terapéutica de acuerdo con esta corriente filosófica. Entre ellos se encuentran los que se mencionan a continuación:
- La regla básica: el terapeuta se dirige y redirige siempre hacia la experiencia del consultante.
- RIMISTACIA: es un acróstico formado por los conceptos fundamentales de la práctica de la terapia existencial: Relacionalidad, Incompletud, Movimiento, Incertidumbre, Situado, Tiempo, Angustia, Conciencia intencional, Interpretación y Actitud natural.
- Identificación de la tensión entre A y B: A es el punto en el que la persona se encuentra y B el que desea alcanzar. La tensión es el espacio que los distancia y suele expresarse como un dilema. El trabajo del terapeuta es ayudar a la persona a identificar el dilema y analizar el punto A y las posibles características y consecuencias tras haber alcanzado un punto B.
- Los cuatro lenguajes: se refieren al estilo perceptivo y expresivo predominante en una persona: físico, emotivo, racional y simbólico. Su objetivo es cimentar una forma dialógica en común que permita al terapeuta acercarse a la persona a quien acompaña.
- Las diez preguntas: son preguntas exploratorias básicas para ayudar a la persona a describir su experiencia. A partir de estas preguntas se pueden derivar otras en un mayor nivel de profundidad. Se trata de una guía para la interacción y su propósito es orientar el diálogo hacia el análisis y la descripción de la experiencia del consultante.
- ¿Qué buscas, necesitas o deseas?
- ¿Lo que buscas es posible?
- ¿Lo que buscas es valioso?
- ¿Qué tipo de ayuda crees que necesitas?
- ¿Cómo lo sabes?
- ¿A quién o a qué te acerca o aleja tu deseo y la experiencia que tienes ahora?
- ¿Qué ventajas y desventajas tiene?
- ¿Qué se interpone en tu camino?
- ¿Has probado otra posibilidad?
- ¿Cómo es tu experiencia de estar analizando estas situaciones conmigo?
- Contenido y proceso: el contenido es tratar los temas que tienen que ver con la existencia: libertad, finitud, aislamiento y carencia de un sentido vital (Yalom, 2018). El proceso es la forma de acompañar al consultante para llevarlo a un nivel de análisis cada vez más profundo.
- Política de la experiencia: son nuestras posibilidades de reacción ante lo que vive el otro y pueden ser de tres tipos: confirmación, desconfirmación y nulificación.
- Evento CEC: es una propuesta de exploración y análisis de tres aspectos: Conciencia, Experiencia y Comportamiento. Abarca desde el surgir de la conciencia como producto de la reflexión, las vivencias personales y la forma en que actuamos en el mundo.
- Los cuatro verbos: Explorar, Analizar, Sostener, Apropiar. Se trata de momentos exploratorios en la relación terapéutica. Cada verbo representa formas de interacción con la experiencia: exploración de la experiencia individual y compartida, análisis e interpretación y la manera en que nos sostenemos al hacerlo y nos apropiamos de significados.
Además de estas propuestas exploratorias, la Escuela Mexicana de Terapia Existencial provee al terapeuta con otras formas prácticas y de investigación en su periodo formativo. Asiste al terapeuta con una propuesta de autoexploración y análisis para estar más consciente de sí mismo y sus marcos referenciales. Lo ayuda a practicar la epoché en sí mismo para que posteriormente él apoye al consultante a practicarla en él.
En resumen, la terapia existencial es una propuesta de exploración y análisis de la experiencia, fundamentada en la filosofía. Sus bases teóricas se encuentran específicamente en la fenomenología, el existencialismo y la hermenéutica. En México, su práctica está estudiada por la Escuela Mexicana de Terapia Existencial, que provee de distintas propuestas de acercamiento a la exploración y análisis de la experiencia. El terapeuta que practica esta forma de acompañamiento trabaja en sí mismo la epoché para estar más consciente de sus marcos referenciales. De este modo se entrena para acompañar al consultante en el análisis y exploración de su experiencia y su forma de ver y vivir el mundo.
Fuentes de consulta
Martínez, Y. (2016). Filosofía existencial para terapeutas y uno que otro curioso. Ediciones LAG.
—–. (2018). Introducción al coaching existencial. Perspectiva fenomenológica. Círculo de Estudios en Psicoterapia Existencial.
—–. (2019). Perspectivas en psicoterapia existencial. Ediciones LAG.
—–. (2012). Terapia existencial. Vol I. Círculo de Estudios en Psicoterapia Existencial.
—–. (2017). Terapia existencial. Vol II. Círculo de Estudios en Psicoterapia Existencial.
Yalom, I. (2018). Psicoterapia existencial. Herder.